Rompiendo la Autoridad de la Maldición de Bastardía

Rompiendo la Autoridad de la Maldición de Bastardía Christian Faith International Ministries PO Box 3037 T or C, NM 87901* USA E-mail: CarlCFI@aol.com * Web: www.CFIM.Net and www.KingdomFaith Ministries.ORG © 2004 Christian Faith International Ministries. All rights reserved. Permission freely granted to copy if copied in the entirety. aunque permanece bastante oculta en ambas. Arreglamos para que Carl viniera a enseñar lo que sabía hasta el momento en una serie de reuniones en el área de mi hogar. Yo estaba preparado para la teoría, mas no para lo que salió a luz en su aplicación en esas reuniones. Al terminar las enseñanzas, según orábamos juntos para que fuera quitada la maldición de bastardía, muchos de los asistentes comenzaron a llorar, y los que no estaban llorando, sintieron que un gran peso les era retirado en el espíritu. Quienes lloraban conocían las circunstancias de ilegitimidad dentro de su propia familia. Aquellos que sintieron que se les quitaba un peso, sabían que algo había sido descargado de sus generaciones pasadas. Transcurrió una semana. En mi espíritu, según yo evaluaba el impacto producido sobre las personas que asistieron, vi una imagen de un río lleno de trozas. Éstas viajaban río abajo muy lentamente. Se amontonaron y enredaron en los lugares de las riberas donde había curvas, aunque todavía se movían con lentitud. Luego vi, como en las fotografías antiguas de cargas explosivas detonadas para deshacer esos atascos, que romper la maldición de bastardía de las líneas de sangre generacionales estaba quebrando las trozas atascadas en las vidas de las personas; tanto a nivel individual como corporativo en el cuerpo de la iglesia. En las semanas siguientes, continué notando una dramática reducción en las ofensas, un aumento en los informes de las personas y congregaciones presentes en las reuniones de enseñanza, sobre experiencias más íntimas con el Señor en sus cuartos de oración, y de historias notables de cómo el Señor estaba penetrando dentro de los enojos y heridas antiguas. Estaba claro que aunque estas personas eran gente que buscaban al Señor fervientemente, y que amaban las Escrituras, la alabanza y la adoración, tenían todavía ciudadelas que necesitaban ser conquistadas. Estos eran Cristianos serios, maduros, muchos con estudios en Institutos Bíblicos. Sin embargo, bajo la superficie, había todavía áreas que necesitaban ser tratadas. Estoy convencido que esas áreas se hubieran quedado allí, inmunes a la disciplina del Señor, si las ataduras legales de la maldición de bastardía sobre ellos, no se hubiesen roto. Los resultados de romper la maldición de bastardía de estos creyentes atrajeron mi atención. Fui a las Escrituras para estudiar al respecto. En mi siguiente compromiso para predicar en otra parte del país, compartí lo que había aprendido, y al finalizar la sesión, rompí la maldición de bastardía de aquellos que habían asistido a la reunión. Inmediatamente note un resultado idéntico al que notamos cuando Carl enseñó en nuestras reuniones; alrededor de un tercio del grupo lloraba, sintiendo la liberación de la ilegitimidad conocida en sus familias. Los demás sintieron una liberación tangible de pesos en su espíritu, invisibles pero reales. Sabían que algo había sido roto de sus generaciones. ¿Qué es esta maldición de bastardía? ¿Cómo puede afectar de manera tan dramática a los creyentes de hoy, y sin embargo estar tan escondida? ¿Existen realmente las maldiciones entre los creyentes? Si es así, ¿cómo pueden romperse? ¿Por qué tantas congregaciones se han dividido por ofensas, y por qué se pierden con tanta facilidad las

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