Rompiendo la Autoridad de la Maldición de Bastardía

Rompiendo la Autoridad de la Maldición de Bastardía Christian Faith International Ministries PO Box 3037 T or C, NM 87901* USA E-mail: CarlCFI@aol.com * Web: www.CFIM.Net and www.KingdomFaith Ministries.ORG © 2004 Christian Faith International Ministries. All rights reserved. Permission freely granted to copy if copied in the entirety. para romper la autoridad de la maldición de bastardía de la congregación, y los resultados fueron asombrosos. Relatando el incidente más tarde, escribió: Había enseñado sobre la maldición de bastardía un par de veces en Estados Unidos. Todavía estaba a medias de estudiarla y tratando de comprenderla. Cuando comencé a enseñar sobre este tema y edificar en dirección hacia lo que la Palabra tenía que decir al respecto, el Señor empezó a mostrarme cómo estas personas estaban tremendamente afectadas por esta maldición. La persona que interpretaba para mi, me dijo que se rehusaba a decir la palabra “bastardo”. Le mostré que estaba en la Biblia, en Deuteronomio 23 y en Hebreos 12 también. Aún, ella se rehusaba a decir esa palabra aunque estuviera en la Biblia. Le pedí entonces que solo dijera la palabra “ilegítimo” pero ella continuaba rehusándose a decirla porque estas personas, dijo ella, tenían demasiada culpa en esta área. Como continuamos discutiendo al respecto en frente de toda la congregación, una anciana Gitana rumana habló en recio, en rumano, diciendo “Usted quiere decir bastardo, ¿no es así?” No recuerdo exactamente cuál es la palabra en rumano, pero estaba bastante claro que ella había comprendido. En este punto, otros en la congregación se emocionaron mucho y comenzaron a agitar sus brazos y a decirle a mi renuente interprete: “Usted traduzca lo que este hombre dice. Esto es muy común y casi todas las familias en la iglesia la tienen en su linaje”. La anciana continuó diciendo: “Yo misma nunca conocí a mi padre. ¿Tiene la Palabra de Dios una respuesta para esto?” Yo respondí: “¡Por supuesto que si!” Continué compartiendo y enseñándoles lo que la Palabra dice sobre la maldición de bastardía. Cuando terminé, les pregunté si querían que orara para librarse de esa maldición. “Por supuesto”, gritaron! “¡Si! ¡Si! ¡Si!” Todas las personas se apresuraron a llegar al frente, y oramos a Dios en el nombre de Jesucristo para romper toda maldición de bastardía y quitarla de cada uno de ellos, quitar toda la condenación derivada de ella, y bendecirles para que pudieran entrar a la congregación del Señor. Oramos para que su comunión con el Señor Jesucristo fuera muy dulce y que tuviera el poder que Dios quiso para ellos en el nombre del Señor Jesucristo. Hubo mucho gozo y regocijo. Ríos de lágrimas inundaban sus mejillas. Verdaderamente sentían la diferencia en lo profundo de sus almas. Entonces les insté a que fueran a casa, juntaran a sus familias y rompieran esa maldición de ellos en el nombre de Jesucristo y los bendijeran en Su nombre. Les pedí que declararan la bendición para que ellos pudieran entrar a la congregación del Señor. A las pocas semanas estaba recibiendo correos electrónicos desde Rumania contándome sobre la agitación que se estaba dando en la iglesia. Había surgido una gran

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