Rompiendo la Autoridad de la Maldición de Bastardía

Rompiendo la Autoridad de la Maldición de Bastardía Christian Faith International Ministries PO Box 3037 T or C, NM 87901* USA E-mail: CarlCFI@aol.com * Web: www.CFIM.Net and www.KingdomFaith Ministries.ORG © 2004 Christian Faith International Ministries. All rights reserved. Permission freely granted to copy if copied in the entirety. Capítulo 9 Cómo la maldición de bastardía afecta a la Iglesia actualmente Hasta el momento, en los capítulos anteriores hemos visto como satanás ha usado la maldición de bastardía con mayor impacto para frustrar los propósitos de Dios. El propósito de Dios es el restaurar la comunión e intimidad con Su pueblo. El Padre añora tener hijos a quienes amar y tener cerca de El por toda la eternidad. Y parte de la dicha de un padre amoroso está en enseñarles a sus hijos. La manera en como estos niños responden a dicha enseñanza es un claro indicador de la cepa de la cual provienen. Hebreos 12:5-14 Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; Y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Noten como en los versos anteriores que aquellos que están dispuestos a ser corregidos por el Señor son hijos legítimos. Ellos producen el apacible fruto de rectitud en sus vidas. Aquellos que no se someten a la corrección del Señor son llamados bastardos. Su fruto es radicalmente diferente. Una de las características principales de aquellos que tienen la maldición de bastardía en su linaje está descrita en el verso 8, es que ellos no aceptan recibir corrección. Ellos no se dejan enseñar, corregir, aconsejar. Se rebelan cuando son confrontados con una corrección por cualquiera que ejerce autoridad espiritual legítima de Dios como sería un pastor, un esposo, o un padre. Una persona afectada por la maldición de bastardía no está dispuesta a ser gobernada por el Espíritu de Dios. Esto se manifiesta en su incapacidad de tener una relación cercana tanto con el Señor como con otros creyentes. En cambio, con frecuencia se sienten atraídos a las leyes y el legalismo. Ellos se endurecen y se apartan fácilmente de otros

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